13 de enero de 2011

DIOS SIGUE LLAMANDO (Testimonio)

DIOS SIGUE LLAMANDO 

Dios sigue llamando en el siglo XXI
            Me llamo Marina, y soy monja en el monasterio Cisterciense de la Santa Cruz, en un pueblo de la provincia de Toledo.

            Me han pedido que explique como percibí la llamada de Dios a la vida monástica o cómo experimenté la acción amorosamente transformadora de Él en mi vida, para ir dirigiendo mis pasos al monasterio, no sólo sin miedos sino dándole gracias por lo que percibo como un inmenso regalo de su bondad misericordiosa.

            Nací en el seno de una familia cristiana y era la pequeña, sólo tengo un hermano mayor que yo. Estudié en el colegio de las Carmelitas de la Caridad, donde me dieron una sólida formación cristiana que fue la semilla que  poco a poco, fue creciendo hasta hacerse grande. Para mí, Dios nunca ha sido algo lejano ni inaccesible y que además está siempre ocupado en cosas muy importantes para fijarse en mí. Él era y es un Alguien, no un algo, un Alguien que me ama y que siempre está conmigo, en mí.

            Cuando llegué a la adolescencia, seguí mi vida normal, estudiando y saliendo con los amigos, viajando siempre que podía etc.  No pensaba para nada en  ser monja, aunque nunca me alejado de Dios y que seguía formando parte importante de mi vida.
En las fiestas del Rocío

A los 16 años entré en el grupo de “Misiones de mi Parroquia”, y fue en este medio, donde sin darme cuenta, empecé a pensar que quizá yo, podría ser misionera. Fue allí y en ese momento cuando conocí a unas monjas  misioneras a las que expuse mis dudas. Cuando hablaba con ellas, prendía en mí el entusiasmo y decidía que sí, que ése era el camino que Dios en Su amorosa Providencia había elegido para mí. Pero al cabo de pocos días, comenzaba a dudar, y el entusiasmo se apagaba.

            Pasaba el tiempo y yo no terminaba de aclararme y esperaba que un día el Señor me diese a entender de algún modo muy claro y concreto, lo que quería de mí. Mientras tanto, yo ya había empezado a estudiar Derecho en la Universidad y también pensaba a que rama del Derecho me dedicaría una vez finalizada la Carrera. También comencé a salir con un chico y entonces tenía más claro que de ser misionera nada de nada

            Por éso y por otros motivos que no viene al caso explicar, ya creía tener claro mi futuro: no sería misionera sino una madre de familia y ejercería mi profesión de abogado tratando de ayudar a los demás por este medio.

 Mas, esa claridad en mis expectativas duró poco. Un día cayó en mis manos un libro en el cual, unas jóvenes hablaban de su vocación a la vida contemplativa; por ese entonces, el ser monja de clausura me parecía algo horrible, negativo y sin sentido; eso de vivir encerrada entre cuatro paredes, ¡con lo que a mí me gustaba salir y divertirme! Pensaba que las monjas eran mujeres serias y tristes. Fue por ese motivo, por el que yo empecé a leer ese libro, por pura curiosidad, pues quería ver por qué unas jóvenes en apariencia como las demás jóvenes de nuestra época, eran capaces de decidirse por algo así.

En realidad el libro no explica lo que es esa vida, sino la experiencia de las jóvenes, pero al leerlo, empecé a intuir  que esa vida que tan espantosa consideraba, era otra cosa, no lo que yo creía, sino algo bello y con sentido. Y ¿qué fue lo que hice? Pues lo primero que hice, fue ir a ver a las monjas misioneras que ya conocía y contarles lo que me pasaba. Una de ellas (con la que yo había tenido más relación en el pasado) conocía a chicas que habían tenido inquietud misionera y luego habían entrado en un monasterio de vida contemplativa. Así que empezamos un discernimiento vocacional, y también estuve escribiéndome con una joven que la misionera conocía y que era de votos temporales, en este monasterio.

            Yo seguía estudiando en la Universidad y cada vez me atraía más fuertemente esta vocación, pero las monjas me dijeron que debía esperar a finalizar la Carrera. Así que no tuve más remedio que esperar, pero pensé que si un día me hacía cisterciense puede que tuviera dudas de no haber optado por una vida menos directamente  contemplativa. Cerca de mi casa había una Residencia de mayores que era llevada por Hijas de la Caridad y decidí ir a ayudar allí y de paso conocer la vida de las Hijas de la Caridad.
Con una de sus compañera 
de noviciado

            Me gustó tanto la experiencia con las Hijas de la Caridad que ya pensé en algún momento, -o quería pensar, no lo sé-,  que ése era mi camino. Me sentía como una más de ellas.

            Al comenzar el nuevo curso de la Universidad, quizá intentando huir de aquello que experimentaba interiormente, me propuse disfrutar, sanamente de todo lo bueno y bello que la vida me ofrecía: salía mucho, alternaba, viajaba mucho más de lo que lo había hecho hasta entonces, y tanto el pensamiento  de  vocación de cisterciense como la de Hija de la Caridad lo aparqué. Digo que lo aparqué porque no pude quitármelo de encima, aunque en algún momento creí que lo había conseguido. Nada más lejos, a Dios le gusta insistir, no se da por vencido fácilmente, e ello tengo mucha experiencia.

 Al final del penúltimo curso del la Universidad, ya pensaba poco sobre el tema de la vocación y me preguntaba más por lo que iba a hacer una vez acabado Derecho: buscar trabajo, sacar el doctorado o continuar estudiando para Juez, como quería mi padre.

 Pero aquél pensamiento “vida monástica”  a mitad del último curso, resurgió con tanta fuerza que no lo pude resistir. Me sentía por dentro como una joven recién enamorada, pero en este caso era de Dios. Mi deseo, o necesidad, de vivir en el monasterio se volvió tan intenso que me resultaba penoso pensar que todavía me quedaban varios meses para acabar la Carrera.

Eso sí, me di cuenta otra vez que mi deseo era ser cisterciense aunque no por eso dejaba de parecerme maravillosa la vida de las Hijas de la Caridad. Está claro, Dios tiene ya preparado unos planes para cada uno de nosotros, y seguirlos es lo que nos realiza y nos hace verdaderamente felices, y éso a estas alturas, para mi era evidente.  Lo que Dios quería de mí era lo que verdaderamente me iba a hacer feliz y además, yo quería seguir la voluntad de Dios fuese lo que fuese, aunque no lo entendiera del todo.

 Tampoco por experimentar ese atractivo tan grande ignoraba lo difícil que  me resultaría adaptarme a la vida de comunidad,  me parecía que me iba a resultar  imposible entrar en un monasterio para estar callada y sin apenas salir de a lacalle; pero confiaba  en que Él me daría fuerza,   ya que era Él mismo, quien me llamaba a la vida monástica.

Profesión
            Al fin terminé la Universidad que para mi constituyó una experiencia muy positiva e inolvidable. Pero había dos problemas: el primero era que de repente me veía con toda la vida por delante para hacer lo que quisiera y disfrutar de ella plenamente, con múltiples expectativas profesionales. Sin embargo esta valoración la superé rápido, lo peor fue el otro problema: decírselo a mis padres, ya que aunque cristianos, esperaban mucho de mí, en el sentido humano, por el éxito que había  tenido en mis estudios de Derecho. Mi madre me preocupaba especialmente, ya está enferma de artritis y temía que el disgusto le desencadenara una crisis de este tipo. Además, ellos tenían una visión tan negativa de la vida contemplativa como la tenía yo antes de conocerla, aunque no sabían que su enfoque era totalmente falso.

            Me hizo sufrir muchísimo la oposición de mis padres y mi hermano. Hicieron todo lo imposible para convencerme de que ésa no era mi vida, de que por ser muy caprichosa y estar muy consentida yo no iba aguantar, y además de que esa vida era totalmente opuesta a mi forma de ser…  Me hacían chantaje emocional: mi madre decía que si entraba de monja no era buena hija por dejarla abandonada, estando ella enferma y otras muchas razones de las que ahora nos reímos cuando las recordamos. Total que hubo momentos que estuve a punto de sucumbir.

            Al final entré, pese a la oposición de mis padres  y pese a su enfado que duró muy poco, casi sólo hasta que conocieron a la Comunidad. Ahora están encantados con su hija monja.  Por  mi parte, creo que di un gran salto en el vacío, porque me doy cuenta que no dediqué los dos años de espera que me impusieron las monjas para que estudiase y madurase mi vocación, a hacerlo. Pero en los más de diez años que llevo en el monasterio, aún no me he arrepentido de haberlo dado.

            Mentiría si dijera que todo ha sido fácil, pero nada que valga la pena  es fácil y sí, puedo decir con verdad, que durante este tiempo he sido  muy feliz y lo sigo siendo.

Procesión:  Corpus Cristi
            A las jóvenes que se sientan llamadas, desde mi experiencia de vida,  os puedo  gritar con toda la fuerza, que no tengáis miedo de responder positivamente al Señor, porque os aseguro que en esa respuesta, encontrareis la felicidad que buscáis y lograréis llenar de sentido y hacer fecunda vuestra vida. Es una forma muy eficaz de   colaborar con el Señor en su Obra Redentora de la humanidad,  de cada hombre en particular, pues Él quiere servirse de nosotros para salvar a las almas por las que tanta sangre le han costado.

            No quiero terminar sin hablar de lo importante que ha sido la figura de la Virgen María en mi vida y en mi vocación, sin Ella, ¿hubiera sido incapaz de decir “Fiat” a Dios como Ella lo hizo siempre? En cualquier duda, pena, tentación o peligro en que os encontréis Ella siempre estará a vuestro lado y nunca, nunca os dejará.
            Así que mucho ánimo, y no le neguéis al Señor lo que os pida, os aseguro que como yo, no os arrepentiréis.


9 de enero de 2011

Vocación profética de Amós

AMÓS MODELO DE RESPUESTA A LA LLAMADA DE DIOS 

1-   Amós antes de la llamada profética
Amós fue uno de los grandes profetas del siglo VIII a.C., aunque él prefería verse a sí mismo como un hombre sencillo, dedicado a sus trabajos campesinos, como «uno de los pastores de Tecoa»[1]. Así lo manifiesta en su controversia con el sacerdote Amasías, que lo acusa de traicionar al rey de Israel: «No soy profeta ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero y recojo higos silvestres»[2]
Tecoa, era una ciudad situada en los confines del desierto de Judá  a dos horas de camino al sur de Belén. Allí vivía tranquilamente como cualquier campesino y pastor; él mismo declara más tarde al sacerdote de Betel[3]  que no pertenecía a ninguna asociación profética. Su posición económica, parece era bastante holgada dentro de su ambiente, ya que de lo contrario no hubiese podido adquirir la cultura literaria que luego utilizó al escribir su mensaje profético.
Desde Roboán Tecoa era plaza fuerte y tenía una guarnición[4] por esto se supone que participó bastante activamente del ambiente efervescente propio de los tiempos de prosperidad económica, en los que abunda la ambición de los poderosos, el desorden moral y toda clase de injusticias sociales como ocurría en tiempos de Amós; pero lógicamente, se supone que él,  por su profesión de pastor estuviese alejado de ese mundo lleno de convulsiones, aunque no las ignorase.

2-   Amós llamado por Dios al ministerio profético
Llegó, sin embargo, un día en el que tuvo lugar la transformación de Amós en el mensajero enviado por Dios a profetizar en el reino del norte. Como él mismo dice: Yahvé me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel[5], a Samaría, capital del Reino del Norte en tiempos del rey Jeroboam II 
         La voz de Dios también llega a las lejanas soledades del desierto, o mejor, es en el desierto donde puede oírse mejor esa voz implacable que logró arrancar a Amós de aquella situación tranquila para llevarlo a un mundo indeseable para  hombres como él.
         Al no haber frecuentado alguna escuela profética, Amós se sintió obligado a predicar por pura vocación en un reino floreciente bastante corrompido y confiado en las propias fuerzas humanas, pero próximo a una catástrofe en la que no quiere pensar ni oír mencionar.
         El profeta denuncia vigorosamente las injusticias sociales, el lujo, la satisfacción humana, predica la catástrofe inminente y la cautividad de sus habitantes; habla con radicalidad oponiéndose a la religiosidad satisfecha y cómoda de sus contemporáneos  compatriotas. Esto es causa de una controversia con el sacerdote Amasías, que lo acusa de traicionar al rey de Israel. Su lenguaje es espontáneo y rotundo su doctrina elemental y sencilla. Todos los símiles que utiliza en su predicación están tomados de la vida pastoril y campestre[6]  Es él quien  da el primer impulso fuerte a la idea de un Dios universal de justicia.

3-   La idea de Dios antes de Amós

         El Dios del pueblo de Israel es concebido más como el Dios de la historia que como Dios de la naturaleza: conocido en lo que es por lo que hace. Es el invisible participante de la suerte de Israel, afligido con sus aflicciones. Los intereses y las empresas de Israel son sus propios intereses y Sus propias empresas.
         El monoteísmo fue desarrollándose muy lentamente y sólo a duras penas; después de muchas aberraciones politeístas y naturalistas, se impuso en la religión popular y aun así sólo se logró que el monoteísmo puro se viviera en círculos reducidos más que a nivel de pueblo.
         Después de la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, la idea de un solo Dios universal queda totalmente descartada. Yavé era Su propio
 Dios, pero otros pueblos también tenían sus dioses personales, por eso, los hebreos antes de Amós, más que monoteístas o politeístas eran hemoteístas[7]. Muchos personajes bíblicos lo confirman como Jc 6, 24ss; es el caso de Gedeón que una noche destruye el altar de Baal erigido en su ciudad para sacrificar a Yavé el mejor toro, propiedad de su familia. Gedeón es condenado a muerte pero su padre lo defiende diciendo que si Baal es Dios puede defender su propia causa. Aunque Gedeón es perdonado, nada prueba que la comunidad negase a Baal, dios de los cananeos.
 En 1Re 18,27 Elías se burla de los profetas de Baal y les dice: ¡Gritad más fuerte! Baal es Dios pero estará meditando o bien ocupado, o estará de viaje. ¡A lo mejor está durmiendo y se despierta! Es otra manifestación clara de cómo el pueblo israelita creía en los dioses de pueblos vecinos, les deban culto porque esperaban recibir favores de ellos.

4-   Residencia de Yahvé y Sus atributos
 
La presencia de Dios
hacía resplandecer el Sinaí
          Durante muchos años se siguió con la idea de que la habitación de Dios era el Sinaí, región donde Moisés tiene la experiencia de la zarza ardiendo. En el cántico de Débora se expresa bien esta idea[8].  Aunque Yahvé habita en el desierto del sur, entorno al Sinaí, escenario de la antigua vida nómada de los hebreos, acude en su auxilio y se manifiesta en la tormenta, en el río desbordado que contribuye a la derrota de enemigo. Hay más textos bíblicos de los que se desprende que Yahvé era considerado como un Dios de montaña. En la época del rey Ajab los sirios dicen de los hebreos: “Su Dios es Dios de montaña por eso han sido más fuertes que nosotros, presentémosle batalla, en la llanura se verá si no somos nosotros más fuertes que ellos [9]
         Yahvé también era considerado como el Dios de guerra de las tribus de Israel que se han confederado mediante su lealtad y confianza en Su ayuda, sobre el campo de batalla, pero Yahvé no era un Dios especialista de la agricultura, por eso cuando los hebreos de nómadas pasan a ser agricultores, invocan a los baales cananeos, porque creen que aquellos dioses de la fertilidad hacen prosperar sus campos.
         En general, la idea que el pueblo hebreo tenía de Dios les llevaba a tener una actitud estrecha con la deidad. Sus adoradores le daban culto como si necesitase de ellos y de sus ofrendad; además así le tendrían siempre contento y a su disposición marchando al frente de sus ejércitos.

5-   “Idea de Dios a partir de Amós”

5.1- Idea que Amós tiene de Dios

Templo de Jerusalén
Amós no niega expresamente la idea de otros dioses, como lo hacen otros profetas siglos más tarde
[10], pero su enseñanza implica lógicamente que no hay otro Dios en todo en todo el mundo. No hay un solo versículo que admita la existencia  de otros dioses. Su convicción  de que existe un solo Dios, no es resultado de reflexiones filosóficas, sí una certeza inmediata que emana de su noción de la grandeza, cercanía y justicia de Yahvé. Yahvé es tan grande que es todopoderoso en el cielo, en el infierno, en la cumbre del Carmelo, en el fondo del mar, en Koflar como también Guir[11]. Su grandeza se refleja en Su nombre Dios de los ejércitos[12] Es tan cercano que su dominio se muestra en la historia humana[13]. Yahvé, es tan justo que juzga a todos los pueblos[14], pero castigará más aún los pecados de Su pueblo ligado a Él con una alianza especial[15]. Yahvé es también un Dios universal, no solamente porque dirige los destinos de todas las naciones[16], sino más bien porque las juzga a todas. Sus leyes obligan a todos. Juzgará y castigará a los pueblos vecinos de Israel porque cometieron actos inhumanos y quebrantaron las leyes de moralidad universal[17]Para Amós, Yahvé también es un Dios que perdona y promete la salvación, después de haberlos purificado por medio de un castigo. El día de Yavé, un día de tinieblas y no de luz, un pueblo llamado por Dios ejecutará el castigo[18]. Muchos perecerán, pero el resto de José será salvado[19].
Solamente un cambio radical puede salvar a Israel de ese día de tinieblas[20], pero Amós no confía en esta conversión para sus días, pues en el horizonte presagia la amenaza del Día, tenebroso de Yahvé, porque el Pueblo no está dispuesto a rectificar, está satisfecho de sí mismo, no reconoce su pecado. 
Entonces después de la catástrofe será el retorno a la alianza concordada en el tiempo de la salida de Egipto[21] que llegará a su perfección en el Reino del Mesías, su último fin.

6-   Religión popular antes de Amós

         El centro y la expresión de la religión de Israel antes de Amós era la realización de ritos y ceremonias prescritos. Por medio de ese culto exterior el israelita solía expresar la necesidad que tenía de Su creador del que dependía totalmente. Ya los Patriarcas invocaban a Yahvé y erigían altares[22] pero antes de Moisés no tenían un lugar sagrado para ofrecer sacrificios y lo hacían al azar de las etapas y los acampamientos[23]. Pero la alianza del Sinaí trae consigo un hecho nuevo: el Arca de la Alianza conservada en un Tabernáculo se convertirá en prenda y símbolo de la nueva situación. Es el Tabernáculo de la Reunión[24],  el lugar del encuentro de Dios con los Suyos, el Arca es señal perenne de la presencia divina.
         Cuando el pueblo de Israel -ya instalado en la Tierra Prometida- juntamente con David, llevó a cabo la unidad, hizo capital del reino a Jerusalén. Salomón, hijo heredero del trono de David, construyó el Templo que su padre había proyectado e instala definitivamente en él el Arca, así el Templo se convierte en lugar de culto y amor ardiente; era la gloria de Jerusalén que en adelante será Ciudad Santa, porque Yahvé la eligió como morada y plataforma de Sus epifanías. Algunos Salmos cantan el gozo de ir divisándola e ir acercándose a ella en lenta procesión[25]
         Pero este mismo entusiasmo está lleno de peligros y los profetas tendrán que hacer oír otra nota distinta. Este culto será espiritual en la medida en que el pueblo adquiera conciencia del carácter interior de las exigencias de la alianza. Sólo esa fidelidad del corazón es la condición de un culto auténtico y la prueba de que Israel no tiene más Dios que a Yahvé[26]
         Al paso de los años ese culto fue degenerando en sólo un formalismo externo. Los israelitas se creían en regla con Dios porque celebraban solemnes fiestas y santas reuniones, los sacrificios van acompañados de cantos y música[27], pero todo ése esplendor no era sino ruido molesto a Yahvé[28]. La conducta de Israel no era honrada frente a Dios y sus semejantes y su espléndido culto estaba falto de sinceridad y piedad auténtica, mas, la pésima conducta de Israel no sólo quedaba en el formalismo de su culto a Yahvé; practicaba la idolatría adorando a los dioses de pueblos vecinos y dedicándoles templos y cultos especiales[29].

         7- Amós critica el culto externo

         La religión israelita tan ricamente dotada de un elaborado ceremonial, terminó creando una atmósfera religiosa confortable de auto justificación. Amós ve en todo éso una provocación a Yahvé. ¿Qué valen sus ofrendas si desprecian Sus mandatos? Yahvé no se complace en sus sacrificios, los detesta y rechaza[30]. Si con las ofrendas no se afirma y renueva la alianza de Dios con su Pueblo, éstas tienen el efecto contrario al que pretenden los oferentes, por éso el profeta afirma que los sacrificios y ofrendas de Su pueblo, Yahvé los rechaza y los tiene como pecado. Evidentemente, Amós no intenta decir que Dios rechace todo sacrificio y pide únicamente la práctica de la justicia social y una religión vivida sin ninguna manifestación exterior; lo que afirma es que esos sacrificios sólo tienen sentido en cuanto sean símbolo de la expresión de una actitud sincera ante Dios y un deseo de cumplir Su voluntad, sin éso sólo son signos vacíos.

         7.1- Valoración de esa crítica

         Los ritos y prácticas religiosas en Israel no lo justificaban, no eran un medio mágico para apartar de él la desgracia porque su corazón negaba lo que el sacrificio profesa decir a Dios. En ellos, el sacrificio no era medio de unión con Dios porque ¿Cómo pueden ir juntos si no están de acuerdo? Amós con sus amenazas les recuerda las condiciones de una conversión auténtica. El profeta se siente vehículo de la Palabra de Dios y se alza valientemente contra el desarrollo solemne de las ceremonias cultuales y la opresión de los pobres. No les echa en cara el no haber cumplido los ritos de penitencia, parece indicar incluso que los han practicado con excesiva abundancia[31] mas sólo eso no es convertirse.
         La verdadera conversión es un cambio de vida que ponga fin a las injusticias sociales[32]; Más aun, supone una interiorización que permita volver a encontrar a Dios: Buscad a Yahvé y viviréis[33] La conversión es cuestión de vida o muerte.    

         8- Elemento básico de la religión de Amós

Amós denuncia el culto vacio e invita al
Pueblo a la conversión
         Yahvé puede exigir a Israel una conducta fiel y honrada porque previamente lo escogió, lo formó y lo hizo Suyo[34] le llamó por su nombre y con él se comprometió. Todo eso exige una respuesta humana que falta, y en ello, se fundamente la maldición y el castigo.
         Uno de los pecados del pecado del pueblo consiste en el culto sólo externo que no cambia la conducta de los hombres[35]. Amós busca que el pueblo practique la justicia y los preceptos de la ley que hablan del pobre de lo contrario Yahvé se encarará con él, será llevado al exilio, se le quitará la Tierra que había sido “don” de Dios. Esto significa para Israel el abandono de Yavé[36].
         Amós ansía la conversión de su pueblo, sus palabras son a veces abierta invitación a la penitencia: Buscadme y viviréis. No busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal… Odiad el mal y haced el bien, sed justos en los juicios, quizás el Dios de los ejércitos se apiade del resto de José[37]
         Otras dos veces más aparece esta invitación. Si el pueblo se convierte, Dios perdona, se arrepiente y no castigará. A pesar de eso, Amós parece querer tener al pueblo en una vigilancia obligándole a acudir continuamente a Dios, por eso les pone un quizás, no pueden darse falsas confianzas y dejar a las gentes en pecado. Deben buscar a Dios, explorar Su voluntad para seguirla y realizarla decididamente.

         Conclusión

         La prosperidad comercial, el orden social que nace en tiempos de Jeroboán II parece haber trastornado el medio de vida antiguo; esto es, el orden que Yahvé ha querido implantar sobre la tierra, por éso Amós siente la exigencia de proclamar, en nombre de Dios, el castigo.
         Israel ha olvidado el don divino. La tierra que Yahvé le ha dado, se ha convertido en posesión solo de ricos. La gran masa de los pobres no puede ahora agradecer a Dios el don de la heredad y del descanso, como manda la ley antigua[38] y el profeta anuncia un juicio. El día del Señor se acerca y es día de oscuridad y tinieblas, día sin luz y aciago[39]
         “Ese día del Señor” recibe caracteres de guerra; el enemigo está pronto, asediará el país y destruirá sus fortalezas. Tras la destrucción y saqueo de sus bienes, el pueblo pecador tendrá que salir hacia el destierro, Este anuncio de destierro para Israel era anuncio anti-promesa. Yavé expulsa de Su misma presencia al pueblo, quiere romper las raíces que lo ligan a Él. Pero Amós confía en Dios y ve en este castigo la salvación de su pueblo. Yahvé castiga y destruye a quienes pecan obstinándose en su presunción de inmunidad; pero salvará a los justos para construir de nuevo un Israel que tendrá dominio sobre todas las naciones, porque todas serán patrimonio de Yahvé, ya que sobre ellas será invocado Su nombre (11, 9). Con esto anuncia Amós la fidelidad espiritual de los tiempos mesiánicos.
         El mensaje de Amós es una buena fuente de material para un objetivo examen de nuestra vida monástica. Dios quiera que sepamos entenderlo y ponerlo en práctica en cada momento de nuestra vida con intensidad creciente.
                                                                                                  Mª José Pascual
Monast. de la Sta. Cruz


[1] Am 1.1
[2] 7.14
[3] 7,14
[4] 2 Cro 11, 6
[5] 7.15
[6] (Am 3, 4-5; 3, 12; 5, 9).
[7] Es La Gran Deidad Androgina (Dios y/o Diosa), Padre y/o Madre que rige a las divinidades u Orisas, y a toda especie viviente del universo entre las cuales están los seres humanos a quienes dio aliento y vida para que reinaran y dominaran la tierra sirviéndose de la imprescindible ayuda de los espíritus de los dioses por Él concebidos que habitan en Orun y en las Fuerzas o Elementos de La Naturaleza y que forman parte del Orden Universal por Él establecido
[8] Éx 3;  Jc 5, 4-5
[9] 1 Re 20, 2
[10] Is 43, 10; 44, 6. 8
[11] Am 4, 13; 5, 8-9; 9, 2-3. 7
[12] 5, 14; 6, 8
[13] 5, 21; 6, 14; 9, 7. 2
[14] 1, 3-2, 3
[15] 3, 43;  4,23
[16]  6, 15
[17] 1, 3-2, 3
[18] 5, 18-20; (6, 8 ss
[19] 5, 16-20; 7, 8-9; 5, 15
[20] 5,46.14-15
[21] 9, 14
[22] Gn 4, 26
[23] 12, 1-6; 13, 4-18.
[24] Éx 27, 21
[25] Sal 5, 24, 48, 65, 122 etc
[26]Éx 20, 2 ss
[27] 1 Sm 10, 5; 2Sm 6, 5. 15
[28] Am 5, 21-24.
[29] 1 R 18, 27
[30] Am 5, 21-24
[31] (4, 4; 5, 5; 5, 21)
[32] 8, 4-8
[33] 5, 4, 6
[34] Am 3, 2
[35] 5, 21-3; 4     

[36] 4, 12
[37] 2, 6-7; 5, 5;  5, 14-15
[38] Dt 26, 3; 26, 13-15
[39] Am 5, 18-20