¿Quién fue San Bernardo
de Claraval?
Memoria de san Bernardo, abad y
doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado con treinta compañeros
en el nuevo monasterio del Cister, fue después fundador y primer abad del
monasterio de Clairvaux (Claraval), dirigiendo sabiamente a los monjes por el
camino de la santidad, con su vida, su doctrina y su ejemplo. Recorrió una y
otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a la Iglesia con
sus escritos y sabios consejos.
No fue el fundador de la Orden
Cisterciense pero sí el gran impulsor y propagador de la misma, y el
hombre más importante del siglo XII en Europa. Cuando tenía 15 años ya estaba
maduro para ser enviado ir al frente del grupo de monjes fundador del
Monasterio Cisterciense del Claraval del cual ya durante su vida salieron
muchas fundaciones de otros monasterios por toda Europa y el primero
cisterciense en España.
Nació en Borgoña (Francia) en el año
1.090, en el Castillo Fontaines-les-Dijon. Sus padres eran los señores del
Castillo y fue educado junto a sus siete hermanos como correspondía a la
nobleza, recibiendo una excelente formación en latín, literatura y religión.
Cronológicamente, es último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los
que más impacto ha tenido en ella.
Bernardo tenía un extraordinario
carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, inteligente,
bondadoso y alegre, incluso muy apuesto, pues sabemos que su hermana Humbelina
le llamaba cariñosamente con el apelativo de "ojos grandes". Durante
algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano.
Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo
dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más
desilusionado del mundo y de sus placeres.
Una visión cambió su
trayectoria
Una noche de Navidad, mientras
celebraban las ceremonias religiosas en la iglesia, se quedó dormido y le
pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa
Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por
los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse al servicio de Dios y
al apostolado. Bernardo era de decisiones muy firmes y capaz de convencer
cuando se proponía algo. Conoció el Monasterio recién fundado de Cister,
y pidió ser admitido. El superior, San Esteban Harding lo aceptó con gran gozo.
Toda su familia ganada
para Cristo
Bernardo volvió a su casa a contar la noticia a su
familia y amigos. Todos se opusieron en principio, ya que los monjes
tenían fama de una austeridad extrema. Los amigos querían disuadirle diciéndole
que eso era sepultarse vivo, y tantos otros argumentos que podemos imaginar.
Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que
tiene la vida monástica, que logró convencer y llevarse al monasterio a sus
cuatro hermanos mayores, a su tío y 30 compañeros más de la Nobleza del
Ducado de Borgoña que dejaron todo para unirse a Cristo en el Monasterio. No
mucho más tarde su Padre
Antes de
entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban ser
monjes para prepararlos durante varias semanas, entrenándolos acerca del modo
de cómo debían comportarse, para ser unos monjes. Es así que en el año 1112,
a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister
Se cuenta que cuando Bernardo llamó a
Nirvardo, el hermano pequeño de la familia, para anunciarle que se iban, le
dijo señalando el castillo y las grandes posesiones de la familia, “Todo esto
será para ti sólo, ya que todos los demás nos vamos al Monasterio de Cister a
ganar el Cielo” el chico le respondió: "¡Ajá! ¡Con
que vosotros os vais a ganar el cielo, y a mí me dejáis aquí la
tierra¡ Esto no lo puedo aceptar". Montó en su caballo y sin esperar más
razonamientos, marchó a la Abadía a pedirle al Padre Abad Esteban su
ingreso. Un tiempo después, porque solo contaba quince años, también
se hizo monje del Cister. Por si esto era poco también su hermana Humbelina
Ingresaría en un monasterio de benedictinas con el consentimiento de su marido
que era sobrino del Duque de Borgoña.
En la historia de la Iglesia es
difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de
atracción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que
recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el
santo. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al
oírle hablar de las excelencias y ventajas espirituales de la vida en un
monasterio, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara
como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 monasterios para hombres, e
hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el
cazador de almas y vocaciones". El atractivo espiritual de San Bernardo
perdura a través de la historia y siguen surgiendo vocaciones a la vida
monástica cisterciense en todo el mundo atraídos por su mismo carisma, su
ejemplo y doctrina, tanto femeninas como masculinas.
Hna. Mjp