16 de noviembre de 2012

CODIGO PENITENCIAL EN LA REGLA BENEDICTINA


 
 
El código de disciplina regular, descritos en la RB que comprende los capítulos 23-30, es un núcleo compacto de normas por las faltas cometidas. No nos debemos extrañar que en el monasterio puedan cometerse faltas que merezcan las penas aquí establecidas. El hombre es débil y cae fácilmente. La presencia de estas debilidades no es el mayor perjuicio del monasterio. Lo que lleva a la ruina es la negligencia en corregirlas rápida y sabiamente.

San Benito se dirige en primer lugar a los monjes adultos, de quienes puede exigirse una plena responsabilidad de sus actos. A ellos dedica la casi totalidad de las prescripciones aquí contenidas. Al final, en el capítulo 30, da también las normas que deben seguirse con los niños.

Podemos constatar en el fondo de toda esta legislación una latente y gran vitalidad espiritual. Para san Benito, toda sanción persigue en última instancia la salvación del alma, al par que intenta la extirpación radical del vicio contraído. Los procedimientos se adaptan a la finalidad que se proponen, prestándose en forma sobria, prudente y discreta, siendo ello un caso único en la legislación de aquellos tiempos.

Toda legislación entre los hombres está condenada al fracaso si no hay sanciones que estimulen a su observancia. Y san Benito las ha dado de una manera bien precisa. De la colocación de estos capítulos inmediatamente después de los que tratan de los decanos, parece deducirse que son éstos (c. 23-30) los que tiene la misión de aplicar las prescripciones del código penal, junto con los capítulos 43-46, que también forman parte del código penal que san Benito nos transmite en su Regla.




La espiritualidad de san Benito sin lugar a dudas nos impulsa y anima a llevar una vida de comunidad monástica y para ello nos interpela a comenzar, al menos desear poner en práctica la vida comunitaria en nuestro cotidiano peregrinar hacia el encuentro total y definitivo con y en Jesucristo, evitando el pecado que divide y excomulga. Para evitarlo, san Benito, quiere hacer evidente a la vista de todos y del mismo que ha faltado, la gravedad de la culpa. Es la mejor manera de corregirla. Recordemos la importancia que da la Sagrada Escritura a la corrección, bástenos esta cita como ejemplo: "A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos".

La enseñanza central que encontramos tanto en el código penitencial como en toda la Regla de san Benito, es la espiritualidad misma de este gran santo y padre del monacato: Cristo es el elemento central, la espiritualidad de san Benito, es Cristocéntrica y él así lo transmite en todos sus escritos y en su propia vida. Si hacemos un estudio de los capítulos 27 y 28 de la RB, lo mismo que descubrimos en estos capítulos, lo descubrimos en todo el código penitencial, las características que se dan en estos dos capítulos de la RB se aplica a todo el código penitencial.


Cuáles son estas líneas de espiritualidad?

La primera característica es el cristocentrismo, la segunda característica o línea es la comunidad, la importancia de la comunidad, el rebaño, el cuerpo, el conjunto, la comunidad de este consorcio, vivido en mutua, responsable y sincera fraternidad. Vivir la misma suerte, la importancia de la comunidad, la responsabilidad en la comunidad con la oración, en la oración, todos rezan, todos son responsables, la comunidad es muy importante, por lo tanto.

La tercera característica es el equilibrio entre la persona y la comunidad, esta tensión, prestar atención, al monje, como individuo, atención concreta y personal, pero siempre sin detrimento del bien de todos los miembros de la comunidad. Para san Benito es muy importante este equilibrio entre la persona individual y la comunidad y esto lo vemos perfectamente en la estructura del capítulo 27 que se basa en esa tensión fundamental entre el individuo y la comunidad. San Benito exhorta al abad y le indica que debe adaptarse a las necesidades y temperamentos de cada monje, a las edades de cada uno. Se habla de los niños, de los jóvenes que recibirán otro tipo de castigo, conforme a la edad y capacidad de cada uno. San Benito muestra una pedagogía impresionante en toda su Regla. Es muy importante para san Benito que el abad sepa adaptarse según la capacidad de entender de cada monje y por lo que se refiere a la comunidad, en el capítulo 72, describe con palabras muy nítidas y directas a todos los miembros de la comunidad, dándonos a entender que todos juntos, todos y cada uno, somos responsables. Vemos que la persona es muy importante y la dimensión comunitaria también.

En el capítulo 30 del código penitencial, san Benito nos deja bien claro que el castigo debe adaptarse, debe ser adaptado a la persona que lo reciba, porque no se trata de una venganza, aquí se trata de cuidar, sanar al hermano que se equivoca.

Solo después de varios intentos de corregir al hermano culpable, este será expulsado, y solo por temor a que otros enfermen por su culpa como leemos en el capítulo 28 y si el monje se arrepiente, san Benito está dispuesto a acogerlo en la Comunidad, varias veces, incluso como nos dice el capítulo 29 será readmitido el hermano y esto revela cuán importante es la persona para san Benito, pero por otra parte vemos también cómo valora la dimensión comunitaria.


 

Primera parte del código penitencial introducida por un directorio sobre los decanos

En el código penitencial, vemos que cualquier transgresión a la Regla, cualquier falta grave o leve cometida en el monasterio, es una especie de atentado contra la vida de la comunidad, de toda la comunidad y por lo tanto deberá ser corregida esta falta y el castigo, de la excomunión, es la exclusión de la vida de comunión, de los gestos principales de la vida comunitaria la oración y las comidas, la mesa. Observamos con atención la minuciosa descripción que san Benito hace de la dimensión de todo el hombre: el cuerpo y el espíritu. El oratorio y el refectorio, el hombre íntegro: el cuerpo, el alma y el espíritu. Esta es la dimensión comunitaria, la importancia de la comunidad y luego nos encontramos con otro aspecto importante, es decir, la teología de la gracia por una parte y por otra parte el realismo propio de san Benito. Vemos una tensión por lo tanto entre realismo e idealismo.

Según san Benito, se centra en el poder de Dios, "Dios puede hacerlo todo" como vemos en el capítulo 28,5 "para que el Señor que todo lo puede le dé la salud"

Da la posibilidad al monje de ser readmitidos. El monje puede ser readmitido 3 veces, como leemos en el capítulo 29 y en la Regla de san Benito también vemos mucha sicología porque en su código él trata de evitar la tristeza es importante saber consolar al hermano que vacila, es una sabiduría sicológica moderna, la que san Benito nos transmite: no hay que tomar nunca una decisión en un momento de tristeza, en un momento de depresión, las decisiones hay que tomarlas en otros momentos, porque las decisiones que se toman en un momento de tristeza son equivocadas.

San Benito aconseja evitar la tristeza y no tomar decisiones en momentos de crisis y de tristeza y él dice que es mejor consolar a este hermano y después ya se tomará una decisión. Y también vemos los mediadores que revelan la sabiduría sicológica también, los mediadores son personas "expertas ancianas" (los decanos del monasterio) y esto es algo muy interesante, en nuestra vida monástica comunitaria.

Otro aspecto de la sabiduría sicológica es el proceso del castigo no se trata de tres días como la Regla del Maestro sino que se trata de más tiempo y este tiempo depende de la persona, depende de la situación, etc. Y también depende de la comunidad. San Benito exhorta al abad y a cada hermano a colaborar todos en beneficio del hermano que se ha equivocado, en estos capítulos del código penitencial expresa muy bien san Benito cómo todos y cada uno, incluso el hermano excomulgado podemos y debemos ayudarnos mutuamente en el único Camino, Verdad y Vida que es Jesucristo mismo.

Y a continuación nos encontramos con varios grados en cuanto a los medios, podemos decir que hay varias etapas definidas para corregir al monje, tal y como indica S.B. en el capítulo 23, que es la base de estas etapas, basadas todas en la Sagrada Escritura, concretamente encontramos el fundamento de la base de estas etapas en Mateo 18.
 
Segunda parte del código penitencial: satisfacción por las faltas (43-46)
Después de indicar la importancia de la puntualidad a la hora del Oficio Divino, san B. en el capítulo 43, capítulo en el que comienza la segunda parte del código penitencial, podemos observar cómo va describiendo las etapas de la reconciliación en el capítulo 44, capítulo que es muy interesante, ya que en este capítulo hallamos las etapas de la reconciliación. El hermano al principio tiene que estar frente a la puerta como dice el versículo 1 "permanecerá postrado ante la puerta sin decir palabra", luego el versículo 6 "tiene que salir del oratorio", en la tercera etapa "podrá ocupar su lugar en el oratorio".

Entonces la reconciliación prevé varias etapas y esto lo constatamos muy bien en el capítulo 44 de la RB.
Otra característica general de todo el código penitencial es el fundamento bíblico que encontramos en todo el código. La fidelidad a la tradición, pero con flexibilidad. Este código no lo escribe todo, no define todo. El abad puede decidir muchas cosas. En este código podemos conocer cómo era san Benito. Conocemos su personalidad más profunda y espiritual como humana y sencilla a la vez.

San Benito es el término medio entre la praxis occidental que decía que había que imponer la penitencia, hacer la penitencia y como consecuencia de la misma la reconciliación, esta era la praxis occidental. Pero en san Benito también encontramos la praxis oriental, podríamos decir, la penitencia vista como una medicina y la confesión no es un sacramento para él sino que es un diálogo abierto con una persona que tiene experiencia y sabiduría.


La Divina Escritura que nos habla, nos interpela, porque es Dios quien nos habla.
San Benito, como los santos Padres, hace referencia a la Sagrada Escritura en toda su Regla, de hecho, la voz de Dios resuena sin cesar en toda la Regla, pues la Escritura ocupa un lugar único en el ideal monástico. Cómo podría llamarse "cristiano" un monacato que no estuviera consciente e íntimamente apegado a la Palabra de Dios, a la persona y doctrina de Cristo?

San Benito en su espiritualidad nos manifiesta la importancia de llegar a superar la "necesidad" de acudir a estas penas de excomunión, invitándonos a un deseo auténtico de santidad, basado en la Sagrada Escritura. Encontramos en la primera carta de san Pedro en los versículos 14 a 16 la idea central a la que san Benito nos invita con su propio testimonio de vida y su deseo de santidad que debe existir en el corazón de cada cristiano: Como hijos obedientes, no os amoldéis a las aspiraciones que teníais antes, en lo días de vuestra ignorancia. Al contrario, lo mismo que es santo el que os llamó, sed santos también vosotros en toda vuestra conducta, porque está escrito: seréis santos, porque yo soy santo.

A mi entender a la luz del Espíritu que Dios da a quien quiere y cómo quiere, S. Benito centra toda su espiritualidad en el mensaje bíblico que se cumple en Jesucristo, Palabra de Dios encarnada. San Benito, fija los ojos en Cristo en toda su conducta y nos invita a todos sus monjes a vivir del mismo modo que él vivió: consagrados totalmente a Dios y con nuestra mirada fija en Cristo.

Aunque en estos capítulos del código penitencial de su Regla, san Benito, no hace alusión expresa a estas citas, yo me atrevería a afirmar que toda la Biblia, está presente en la mente y en el espíritu de san Benito al escribir estos capítulos de su Regla y en cada momento de su vida. Porque el mensaje de la Palabra de Dios, la Revelación de Dios en su Palabra, es un mensaje íntegro que no podemos dividir en partes o en temas, porque la Palabra de Dios es Jesucristo mismo encarnado, Verbo de Dios que "acampó entre nosotros".

San Benito nos enseña, con las palabras de san Pablo, con todos los castigos expuestos en estos capítulos de su Regla, que debemos aspirar a superar el temor al castigo y buscar a Dios (que es nuestro carisma por esencia) superando el temor y alcanzando el deseo de amarle y no ofenderle con nuestras propias debilidades y pecados. Pero como bien indica san Pablo en su carta a los Gálatas debemos llegar, con la gracia de Dios, a un grado de amor para con Él y para con cada hermano nuestro de comunidad que ya no sea necesario recurrir a los castigos que san Benito propone y exige que se cumplan, descritos en estos capítulos de su Regla que forman parte del código penitencial, mientras sean necesarios para nosotros mismos o para cualquiera de nuestros hermanos que pueda necesitarlos para sanar su alma y volver al verdadero Camino que es Cristo. Gálatas expresa muy bien este mensaje de trasfondo que trata de enseñarnos san Benito al decirnos que su Regla es solo para iniciados, "para nosotros, en cambio, tibios, relajados y negligentes, son motivo de sonrojo y confusión" pero insiste san Benito, desde este realismo de nuestra debilidad humana, impulsándonos a vivir por encima de todo y sin anteponer nunca jamás nada al amor de Cristo, este mismo amor que ya no teme el castigo, que ya lo ha superado cuando así ha tenido que sufrirlo para bien de su alma hasta que por la gracia de Dios y su fidelidad para con Dios, el monje se ha revestido de Cristo, mediante la vivencia auténtica de su bautismo.

En sus últimas palabras de la Regla en el capítulo 73, versículos 8-9, deja bien claro a qué debemos tender como cristianos y monjes que somos:


"Quien quiera, pues, que te apresuras por llegar a la patria celestial, practica con la ayuda de Cristo está mínima Regla de iniciación que hemos bosquejado, y entonces, finalmente, llegarás con la protección de Dios a las cumbres más elevadas de doctrina y virtudes que arriba dijimos. Amén".

Copio a continuación todas las citas bíblicas, las que san Benito hace referencia en los capítulos dedicados al código penitencial:
Cf. Mt 18, 15
"Si algún monje contumaz, o desobediente, o soberbio, o contrario en algo a la santa regla o a los preceptos de sus ancianos, obrase así por menosprecio, este tal, según el precepto de Nuestro Señor, sea amonestado secretamente, por sus decanos primera y segunda vez. De no enmendarse, repréndasele públicamente delante de todos" .
1 Cor 5, 5
"Esté solo en la labor que se le hubiere asignado, perseverando en llanto de penitencia, pensando en aquella terrible sentencia del Apóstol que dice: Este hombre ha sido entregado a la muerte de la carne a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor"
Mt 9,12
" No son los sanos los que han menester médico, sino los enfermos".
2 Cor 2, 7
"Animen al hermano para que no sucumba en la excesiva tristeza".
2 Cor 2, 8
"Si no como dice el Apóstol: Dénsele mayores muestras de caridad y oren todos por él.
Ez 34, 3-4
"y tema la amenaza del Profeta, por la cual dice el Señor: Tomabais lo que os parecía grueso y lo flaco desechabais".
Jn 10,11 cf. Lc 15, 4-5
"Imite también el piadoso ejemplo del Buen pastor, quien, dejando en los montes noventa y nueve ovejas, fue en busca de una que se había extraviado".
Heb 4, 15
"cuya flaqueza inspiróle tanta compasión, que dignóse colocarla sobre sus hombros sagrados y así llevarla otra vez al rebaño"
Mt, 19, 26; Filipenses 2, 12
"a fin de que el Señor, que todo lo puede, obre la salud en el hermano enfermo". Estas palabras de la Palabra de Dios: "El Señor que todo lo puede" es el centro de toda la espiritualidad de san Benito, es el centro, el culmen de toda la espiritualidad de cada cristiano que se precie de serlo en "espíritu y en verdad", pues que Dios es Todopoderoso, es la revelación que Él mismo nos da de sí mismo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Si me detuviera a hacer un estudio minucioso de todas las citas bíblicas en las que aparece esta gran certeza revelada por Dios mismo a todo hombre y mujer de nuestro mundo, a todo ser creado por Dios, sería un trabajo inagotable, porque la revelación del poder omnipotente de Dios, encierra íntegro el mensaje de la Revelación Misma: Dios Todopoderoso, Dios es Amor Quien se nos auto- manifiesta a través de su Palabra, se nos revela con infinito amor y nos da a conocer con su "Propia Palabra", inspirada siempre por el Espíritu Santo, que es Él Todopoderoso y que por mucho que queramos decir de Él, nunca diremos bastante, porque "La Última Palabra: Él lo es TODO"
1 Cor 5, 13
"Mas si aún con esto no sanare, entonces use ya el abad del cuchillo de la amputación, como dice el Apóstol: Quitad el mal de entre vosotros".
1 Cor 7, 15
"Y también: El infiel, si se va, que se vaya, no sea que una oveja enferma contamine a todo el rebaño".

Estas son las citas bíblicas que he encontrado en la lectura y el estudio detenido de cada uno de los capítulos que forman el código penitencial en la RB. En los capítulos 43, 44, 45 y 46 no he hallado ninguna cita bíblica, así como sí las he hallado en los capítulos que indico más arriba, indicando las Palabras de la Sagrada Escritura que san Benito hace expresa alusión en estos capítulos del código penitencial en su Regla.

Considero muy importante el estudio de la RB con la principal fuente de la espiritualidad de san Benito: La Palabra de Dios, la Biblia, el Verbo encarnado en la Palabra. Por eso me ha parecido muy oportuno tomar el texto de estos capítulos del código penitencial de la RB e ir destacando estas Palabras de la Sagrada Escritura donde san Benito -al igual que todos los santos- alimentan toda su espiritualidad y todo su ser, porque es Dios mismo, Quien habla a través de su Palabra y el santo no es más -ni menos!- que una persona invadida por la Presencia de Dios, el santo está penetrado de Dios mismo, por su infinita misericordia y su infinito amor, en la medida que el santo se va dejando "modelar y poseer por Dios mismo".

Por este motivo he destacado todas las palabras de la Sagrada Escritura que san Benito mismo destaca en cada uno de estos capítulos tratados y estudiados en profundidad en este trabajo que usted, Sr. Manuela Scheiba, nos propuso este curso pasado, durante sus clases impartidas en el Colegio de san Bernardo el pasado mes de septiembre, durante el Curso de Formación Monástica de 2010.


Fuentes en general

Las fuentes en general donde san Benito expresa la importancia de la solicitud, la idea y la realidad del "Pastor Bueno", "Médico sabio", "no perder", "no dejar morir" más si es necesario y el monje no se corrige "use el cuchillo de la amputación" (después de haber intentado regresar al monje equivocado al buen camino, a la compañía y fraternidad de sus hermanos, pero si el monje no se corrige "corte para no perder al rebaño".

Encontramos ya estas ideas en: Orígenes; Vita Patrum; Cipriano, Jerónimo.


Otras reglas monásticas en las que aparece la importancia del código penitencial:
La Regla del Maestro y otras reglas monásticas. 
Las reglas monásticas de Pacomio; Basilio y Agustín y la regla del Maestro son fuentes también donde san Benito se inspiró, pero fundamentalmente se inspiró en la Palabra de Dios y en su propia experiencia de Dios y en Dios y en su espiritualidad cristocéntrica.

Destaco aquí la bibliografía de las Reglas monásticas tal y como usted nos las comunicó en sus clases, pues me parecen muy interesantes y fundamentales para entender en qué contexto histórico vivió nuestro santo Padre Benito, contexto que influenció positivamente en su espiritualidad.

No podemos dejar de citar también, las Reglas galas RIVP, 2 RB 27-30; Cesareo, R Virg 12-13. 24. 34 s. 65.
 
Y las conocidas obras monásticas de Casiano, Inst. IV, 16; Conl XVIII, 15; II, 10-13; Inst. 2, 15, 2-16; 3,7. Aunque he de decir con asombro, que durante 17 años de vida monástica no he leído ninguna obra de san Juan Casiano, no conocía sus obras hasta hace unos meses gracias a uno de los exámenes que he realizado para este curso de FM, en el Colegio de san Bernardo. Y me asombra que muchas de mis hermanas tampoco conozcan a este gran autor monástico que tanto influyó en nuestro P. S. Benito y que él mismo nos indica y aconseja en la Regla, en el capítulo 42 -Que nadie hable después de completas- que leamos "las Colaciones o la Vida de los Padres, o también otra cosa que edifique a los oyentes" . Es fundamental y muy enriquecedor para nosotros los monjes seguir las indicaciones que nuestro P. san Benito nos recomienda por su propia experiencia espiritual y así lo transmitamos a todos nuestros hermanos que estén interesados en vivir la espiritualidad de san Benito. Qué importante es beber y alimentar el alma, donde nuestro P. san Benito descubrió la fuente y el verdadero alimento para el alma: La Sagrada Escritura, los Santos Padres y de algunos autores de varias Reglas monásticas que influenciaron en el contexto histórico en el que él vivió y que usted nos explicó con tanta claridad, profundidad y sencillez en las clases de estos dos cursos de FM , en el Colegio de San Bernardo.





Estamos de paso en este mundo, y no hay cosa más prudente para el hombre que tener fija la mirada en el término adonde se dirige, a Quien se dirige: a Dios y en Dios mismo.

He aquí por qué el monje, cuya vocación es buscar a Dios, cuya vida entera está orientada a esta búsqueda, ha de suspirar por este Cielo tan deseado que le permitirá gozar eternamente de Dios.

Esta búsqueda de Dios era lo que a san Benito animó a vivir y transmitir a sus monjes, a cada monje individual y a la comunidad íntegra, guardando ese equilibrio que Dios concede a los que le buscan con sincero corazón, buscando sin anteponer nada, ni nadie a su Amor eterno y misericordioso.

Es importante leer la RB con el mismo espíritu que fue escrita e intentar encarnar en nuestra propia vida, como monjes que vivimos la espiritualidad de nuestro Padre San Benito, con el mismo trasfondo, con el mismo "telón de fondo" como él vivió y nos enseño a vivir: no juzgando jamás a los demás, nuestro único Juez es Dios y en Cristo hallamos a nuestro intercesor ante el Juez, porque Dios Padre no perdonó a su propio Hijo sino que lo entregó por nuestra salvación - Si Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros, cómo no nos dará con él todas las cosas? Quién nos separará del amor de Cristo? En todos los acontecimientos de la vida, incluso la muerte, salimos vencedores, gracias a aquel que nos amó hasta la Cruz .

Solo desde el mismo amor que nosotros recibimos de Dios podemos amar a los demás con su mismo amor, porque "Dios es amor", amor del que Él nos hace capaces desde Él mismo.

Cuando una persona ama a otra con sinceridad, con plena autenticidad quiere lo mejor para la otra persona y qué es lo mejor para cualquier persona si no es el encuentro total y definitivo, en el grado que Dios quiera concedernos a cada uno, con Cristo Resucitado, Único Dios que nos salva? Jesús, "Dios salva" "Dios con nosotros" si vemos a un hermano que se equivoca no podemos quedarnos indiferentes, precisamente porque le amamos debemos utilizar todos los recursos que Dios ponga a nuestro alcance para recobrar la salvación, la sanación de esa persona que se desvía del único Camino, de la única Verdad y de la Única Vida, que solo podemos hallar en Cristo Jesús. Jesús, Nuestro salvador que se encarnó, vivió, gozó, padeció, murió y resucitó por nuestro amor, por nuestra salvación la de todos y cada uno de los seres humanos creados a imagen de Dios, creados para ser amados y amar en su mismo amor y llamados a vivir ya en esta vida temporal el comienzo de la Vida Eterna que es vivir unidos a Dios, en Dios y para Dios, por su infinita misericordia y su infinito amor para con cada persona, porque Dios no nos creó para condenarnos sino para salvarnos, para que lleguemos al pleno conocimiento de la Voluntad de Dios, al gozo eterno y puro en su Presencia Salvadora, en su misma esencia, Presencia real de Dios, con y en nosotros y ocupando todo con su divina Presencia. Es el mensaje de toda la Sagrada Escritura y es el mensaje de san Benito, así como es el mensaje y la realidad que viven todos los santos y santas de Dios, aquí ya en esta vida temporal y en plenitud, cuando y como Dios quiera, en la Vida Eterna.

Porque san Benito y todos los santos beben directamente de la Sagrada Escritura. La Palabra de Dios que se encarna en cada persona que se hace uno por el amor en Cristo y por Cristo y con Cristo. San Benito en todo el código penitencial y en toda su Regla es lo que trata de transmitirnos: "El amor de Dios por encima de todo, y desde el mismo amor de Dios, el amor a cada hermano tal y como el mismo Jesús nos exhortó: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado, permaneced en mi amor" "Como el Padre me ha amado así os he amado yo" "Tanto nos amó Dios que entregó a su Hijo único por nosotros" y tanto nos ama Dios que quiere realizar esa petición concisa y concreta de Cristo: "Padre que todos sean uno como Tú en mí y yo en ti, para que el mundo crea".

No encuentro mejores palabras que la Palabra de Dios para explicar la realidad de todo monje y la de todo cristiano, que se precie de serlo con autenticidad, es decir el auténtico seguidor de Jesucristo, que le busca con sinceridad, con radicalidad, con autenticidad, porque es la Palabra de Dios viva y eficaz, más tajante de doble filo.

Por qué voy a "perder tiempo" y gracia de Dios, empleando otras palabras que no sean su Misma Palabra? Palabra que colma toda mi existencia, porque la Palabra es Cristo mismo, el Verbo encarnado: la Palabra de Dios. Jesucristo mismo "encarnado" en cada cristiano que se precie de serlo por la misericordia y el infinito amor que Dios nos tiene, "en Quien vivimos, nos movemos y existimos".


Deo gratias!

Sí, siempre debemos dar gracias a Dios porque es Él quien nos hace merecedores de de su amor y capaces de amarle a Él mismo, a los hermanos, incluso a nosotros mismos con ese mismo amor que de Él recibimos. Es esencial, por lo tanto, pidamos a Dios el deseo de vivir abiertos a la gracia, al don de que Él nos quiere transmitir a través de la enseñanza de san Benito y de otros santos Padres de la Iglesia, que desde su experiencia personal, desde su propio encuentro real con Cristo, desde la capacidad humana y pedagógica que Dios les otorgó participando en su misma Sabiduría infinita, para que entendamos que el ser castigados es para un bien mayor de la persona, porque castigare, en este contexto significa "hacer más castos", más puros para Dios y en Dios, y en la medida que el Señor nos conduce a esta pureza del corazón nos une más a Él y en Él nos hace capaces de amar como Él nos amó a cada hermano, entregando toda nuestra vida en comunión con Dios por la salvación de cada persona, tal y como Jesucristo se entregó y quiere que participemos en su mismo Amor y en su mismo sacrificio en la Cruz por nuestra propia salvación y la de todos y cada uno de los hombres. Todos somos, infinitamente valiosos pues fuimos "comprados a precio de la Sangre redentora de Jesucristo Nuestro Señor". Amén. Aleluya! Deo gratias.
Hna. María Montoro
- Sagrada Biblia, Conferencia Episcopal Española, versión oficial. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid 2010.
- La Regla de San Benito. Introducción y comentario por Colombás García M. Traducción y notas por Iñaki Aranguren. Segunda edición Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Madrid MCMXCIII.
- García M. Colombás. La Tradición Benedictina. Ensayo histórico. Tomo II. Los siglos VI y VII. Ed. Monte Casino, Zamora 1990.
- Ildefonso M. Gómez O.S.B., Regla del Maestro. Regla de san Benito. Ed. Monte Casino, Zamora 1988. - Denis Huerre, Breve comentario espiritual sobre la Regla de San Benito. Ed. Monte Casino. Zamora 1987.
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[1] RB 23-29
[1] c. 21-21
[1] Ap 3, 19-20.
[1] RB 23-30. 43-46
[1] RB 21-30[1] Cf. Jn 14, 6.
Numerosos autores se han ocupado del uso de la Biblia en la RB. J. Gribomont, La Régle et la Bible, hace un análisis minucioso y muy interesante.
Heb 12, 2 Fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la Cruz, despreciando la ignominia y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Jn 1, 14
Ga 3, 23-27 Antes de que llegara la fe, éramos prisioneros y estábamos custodiados bajo la ley hasta que se revelase la fe. La ley fue así nuestro pedagogo, hasta que llegara Cristo, a fin de ser justificados por la fe; pero una vez llegada la fe, ya no estamos sometidos al pedagogo. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo.
[1] RB 23, 1-3 [1] RB 25, 3-4
[1] RB 27,1
[1] RB 27,3
[1] RB 27, 4
[1] RB 27, 7
[1] RB 27,8
[1] RB 27, 9
[1] RB 28, 5
[1] 1 Jn 4,8b
[1] cf. Eclo 43, 27)
[1] RB 28,6
[1] RB 28,7-8
[1] Lev Hom 7-8.
[1] V, 13, 13; V, 10, 85; VPJ 79-81. 85-86.
[1] Ep 59, 15; 48, 4- 1-2; 55, 15-26.
[1] Ep 2, 3; 16, 1; 130, 19.
[1] Más completa y detallada de la extensión de las reglas anteriores, la continuación-ritos, los gestos de la profesión. Cf. RM 11 a 14, 64, 73, 80. Justicia, el orden y el castigo.
[1] Gran parte consta de normas penales, cf. PI 5, 16 (habla del defensor del culpable, del daño que puede hacer este al culpable, así mismo y por tanto a todos los miembros de la Comunidad) “Amenazas”, correcciones, excomunión con golpes o es enviado a la enfermería, para hacer consciente al monje que peca y murmura de que está verdaderamente enfermo en su espíritu y por eso se le envía a la enfermería para que se percate de que está enfermo y debe sanar su alma.
[1] La corrección fraterna (Mt 18, 15-17, 2 Tes 3, 14), Regla 17. 42. 77. 122; Agustín Praeceptum IV, 7-8; VIII.
El proceso: el ayuno, la excomunión, la expulsión, Regla de san Basilio, 21, 197- 201.
El vocabulario medicinal, confesar los pecados, Regla de san Basilio 23 s. 200; Agustín Praec IV, 7.
[1] cf. RB 42, 3
[1] 2009 y en el año 2010
[1] Dios es el único Juez (Sal 50:6; 75:7; Heb 12:23).
[1] cf. Rm 8,31-37
[1] 1 Jn 4, 8b.
[1] Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva".
[1] Is 7, 14; Miq 5, 2; Mt 1, 23.
[1] Cf. Jn 14, 6.
[1] Cf. Juan 3, 17 nos dice que Jesús no vino para condenarnos, sino para salvarnos.
[1] Jn 13, 34.
[1] Jn 15, 9.
[1] Cf. 13, 14- 21 “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.
[1] Cf. Que todos sean uno: como tú, Padre, están en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,21)
[1] Hebreos 4, 12-13
[1] Hch 17, 28
[1] En el libro de Fernando A. Navarro, Parentescos insólitos del lenguaje, se afirma que, en efecto, castidad y castigo son términos relacionados etimológicamente, ya que casto (del latín castus) significa 'puro' o 'virtuoso'; castidad es la 'cualidad de casto'; y castigo viene del verbo castigar, que a su vez viene del latín castigare (formado a partir del verbo ago -'hacer'- y el adjetivo castus) cuyo significado literal sería 'hacer puro'.
[1] La palabra redención significa: “liberar mediante el pago de un precio”, ¿cuál fue el precio que Dios pagó por nuestro rescate? (1 Pedro 1, 17-19) Y puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de lustra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto ni mancha, Cristo.

 

4 de noviembre de 2012

LOS SÍMBOLOS RELIGIOSOS Y EL CAMBIO SOCIOCULTURAL

    
                                                
 SÍMBOLOS RELIGIOSOS


Dos puntos importantes que afectan a los sistemas religiosos son: la cuestión de los símbolos religiosos y la cuestión de los cambios socioculturales. El primero, desde dentro y el segundo, desde fuera.
Los seres humanos, puesto que vivimos en sociedad, nos relacionamos y comunicamos, expresando y captando múltiples mensajes. Estamos sumergidos entre diversos signos, señales y símbolos, en nuestra cotidianidad, abarcando desde un gesto o una mirada. Todo acto comunicativo es el intercambio de información o mensajes a través de un medio que puede ser acústico, visual, táctil (ejemplo: alfabeto braille de los ciegos), etc., entre un emisor y un receptor.
Para comunicarnos nos valemos de signos, señales y símbolos, que cumplen diferentes objetivos. En la comunicación, los signos y señales aparecen, en general, en estructuras similarmente ilógicas. A veces requieren un planteamiento intuitivo que extraiga su sentido y que, por consiguiente, los haga susceptibles de interpretación creativa. Intuición, inspiración, resolución creativa de problemas..., como quiera que lo denominemos esta actividad no posee ninguna lógica, ningún patrón previsible. De la organización de signos inconexos surge la liberación de la lógica hacia el salto de la interpretación. Lo podemos llamar inspiración, pero es una forma particular de inteligencia. Es la aptitud esencial de cualquiera que debe organizar información diversa y extraer un sentido de ésta.
Los símbolos pueden componerse de información realista, extraída del entorno, fácil de reconocer, o también por formas, tonos, colores, texturas..., elementos visuales básicos que no guardan ninguna similitud con los objetos del entorno natural. No poseen ningún significado, excepto el que se les asigna. Existen muchas formas de clasificar a los símbolos; pueden ser simples o complicados, obvios u oscuros, eficaces o inútiles. Su valor se puede determinar según hasta donde penetran la mente pública en términos de reconocimiento y memoria.

1.1.     Etimología de la palabra símbolo

Del latín symbŏlum, y éste del griego σύμβoλoν, el símbolo es la forma de exteriorizar un pensamiento o idea, incluso abstracta, así como el signo o medio de expresión al que se atribuye un significado convencional y en cuya génesis se encuentra la semejanza, real o imaginada, con lo significado. Afirmaba Aristóteles que no se piensa sin imágenes, y simbólica es la ciencia, constituyendo ambas las más evidentes manifestaciones de la inteligencia.
Etimológicamente la palabra procede de usos jurídicos antiguos. Dos partes de un anillo, de un bastón o de una moneda servían al juntarlas como signo de reconocimiento y legitimación de un forastero que invocara un pacto de hospitalidad (tessera hospitalis). Por eso la palabra recibió la significación de pacto; y en el lenguaje eclesiástico indica la comunidad de confesión, la formulación -fijada preceptivamente- de la fe (símbolo de la fe), y luego también utensilios, imágenes y actos en que se expresa la fe. A partir de la ciencia de la religión, de la psicología, de la ciencia del arte y de la literatura, así como de la teoría de la ciencia y de la lógica, el concepto ha recibido hoy tal amplitud y pluralidad de significados que, por ejemplo, incluso los signos operativos de cálculos logísticos se llaman símbolos.
Un símbolo es la representación visible de una idea, con rasgos asociados por una convención socialmente aceptada. Es un signo sin semejanza ni contigüidad, que solamente posee un vínculo convencional entre su significante y su denotado, además de una clase intencional para su designado. El vínculo convencional nos permite distinguir al símbolo del icono[1], como del índice y el carácter de intención para distinguirlo del nombre[2]. Los símbolos son pictografías con significado propio. Muchos grupos tienen símbolos que los representan; existen símbolos referentes a diversas asociaciones culturales, artísticas, religiosas, políticas, comerciales, deportivas, etc.

1.2.     Una realidad significante y una realidad significada

En su formulación más técnica, el signo se define como la unión de “significante” y un “significado”. Por ejemplo: las palabras son signos. En la “palabra” (un signo que constantemente utilizamos), el significante es el fonema que se pronuncia al decir esa palabra y el significado es el concepto al que nos remite el fonema que oímos. Cuando el significante (fonema) se une con el significado (concepto), entonces tenemos el signo, que siempre es indicador de un “referente”, la realidad, objeto, persona... a la que nos referimos con cada palabra o en cada frase (conjunto de palabras).
Hay una realidad significante y una realidad significada, una relación que puede parecer muy lógica y natural, o más o menos arbitraria. Aquí hay una cuestión complicada que es la cuestión de la mediación cultural. Ésta contribuye a potenciar los recursos, personales y sociales, de que dispone la comunidad educativa, para atender aquellas necesidades que puedan generar conflicto o malestar entre sus miembros por causa de las diferencias culturales, ya que lo que en una cultura puede parecer muy natural, en otra no puede parecerlo tanto o viceversa. De estas realidades hay muchas que identifican una época determinada, un tiempo de la historia o de un lugar. Las mediaciones culturales son muy importantes, por ejemplo: el negro es símbolo de la muerte en España; en China el símbolo de la muerte es el blanco.
El aprendizaje personal y la formación para entender estas realidades y realizar correctamente la lectura e interpretación de las mismas, exige conocer otra cuestión: la decodificación[3]. Para conocer bien los símbolos religiosos se requiere una formación religiosa y hoy día es un problema porque muchos jóvenes desconocen el significado de éstos al no tener formación sobre la Historia Sagrada. De la importancia de la sociolingüística[4] radica la conveniencia de conocer la estructura del lenguaje, dado que los vocablos se refieren a unas ideas que, a su vez, nos llevan a otros seres.

2.      Características de los signos y símbolos

Diferencias entre signos y símbolos:
- Signo: cosa que por su naturaleza o por convenio evoca en el entendimiento la idea de otra. Pueden ser comprendidos por los seres humanos y, algunos (como los signos gestuales), incluso por ciertos animales.
- Símbolo: imagen, figura o divisa con que, materialmente o de palabra, se representa un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen.
La definición de símbolo peca por exceso, porque imagen (que, repetida, es el sustantivo fundamental) o figura evocan, inmediatamente, una forma física, mientras que la palabra divisa es de doble filo, escrita y pintada, sin exclusión. Digamos -con Julio Casares- que "símbolo es objeto, animal u otra cosa que se toma como tipo para representar un concepto, moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia". Si bien parece tratarse de una definición más breve y exacta, las expresiones "u otra cosa" y "correspondencia" abran inabarcables horizontes.
La palabra símbolo, sin embargo, es y seguirá siendo actual, mientras el hombre considere que una imagen puede ser más rápidamente asimilada que una palabra o una frase escrita. Hoy tenemos miles de símbolos, acaso más que nunca, en una cultura predominantemente visual, que nos obligan a una permanente y ya definitiva traducción de una forma física a un contenido mental, con inmediatas consecuencias en nuestra conducta social o individual.
Los símbolos son específicamente humanos. Los signos señalan, son específicos de un cometido o una circunstancia. Los símbolos tienen un significado más amplio.
- Señal: marca que hay o se pone en las cosas para darlas a conocer. Una señal es un símbolo, un gesto u otro tipo de signo que informa o avisa de algo. La señal sustituye por lo tanto a la palabra escrita o al lenguaje. Ellas obedecen a convenciones, por lo que son fácilmente interpretadas.
El símbolo formula, representa y significa. La señal indica.
- Sacramento: “signo sensible de un efecto interior y espiritual que Dios obra en nuestras almas”[5]. En la teología de la Iglesia católica, el sacramento es un signo sensible y eficaz de la gracia invisible de Dios a través del cual se otorga la vida divina y ofrece al creyente el ser hijo adoptivo de Dios. Los sacramentos, fueron instituidos por Jesucristo y confiados a la Iglesia.

2.1.     Evolución y dimensión social del símbolo

Son muchas las etapas que componen la evolución en la forma de comunicación humana, en el desarrollo del lenguaje: desde los pictogramas a las señales abstractas y sistemas de prealfabetización. Pero su utilidad no es menor entre las verbalmente alfabetizadas, al contrario, es mayor. En la sociedad tecnológicamente desarrollada, con su exigencia de comprensión inmediata, los signos y símbolos son muy eficaces para producir una respuesta rápida. Su estricta atención a los elementos visuales principales y su simplicidad estructural, proporcionan facilidad de percepción y memoria.
El símbolo tiene siempre una dimensión social. La bandera nacional, el himno nacional, la fiesta nacional permiten a los ciudadanos reconocerse como miembros de una misma entidad social, política y territorial. Todo movimiento político, cultural, educativo, toda agrupación humana se identifica por medio de prácticas simbólicas. Estas permiten al individuo integrarse en el grupo y permiten al grupo diferenciarse, situarse en relación con el resto de la sociedad.
Si unifica a los hombres entre sí, el símbolo unifica también a todo hombre. A diferencia del signo que concierne esencialmente a nuestra facultad de conocimiento, el símbolo afecta a todo el hombre: a su inteligencia, desde luego, pero también a sus sentimientos, a su afectividad, a su imaginación, a todo su cuerpo.

3.      EL SIMBOLISMO CRISTIANO

El ingreso en la trama simbólica que constituye todo sistema cultural madura a través de un proceso de socialización durante el cual se es iniciado en la experiencia simbólica de una determinada comunidad que reconoce unos significados y significantes propios. Los símbolos litúrgicos los vivimos dentro de esa trama simbólica particular y original que es la de la Iglesia[6]. Solamente podemos introducirnos en el cristianismo como campo simbólico mediante la Biblia y la Tradición cristiana.
En el hecho de que las cosas han sido creadas para gloria de Dios (la cual se pronuncia con palabras en el hombre) se basa su pertenencia mutua, su «semejanza» (analogía del ser), en virtud de la cual una cosa puede representar a otra. Como creadas, todas las cosas son, cada una a su manera, vestigia Dei, aparición visible de su naturaleza invisible (Rom 1,20). Pero el símbolo originario de la teología cristiana (que da nueva plenitud a la imago Dei en el hombre) es el Logos encarnado, viendo al cual se ve al Padre (Jn 14,6-10). Así Cristo proclama, no la liberación del símbolo, sino su redención.

3.1.     Los símbolos religiosos

El hombre, siendo a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de los signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios. Dios habla al hombre a través de la creación visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en él las huellas de su Creador. El día y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad.
En cuanto criaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a los hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador.
Las grandes religiones de la humanidad atestiguan, a menudo de forma impresionante, este sentido cósmico y simbólico de los ritos religiosos. La liturgia de la Iglesia presupone, integra y santifica elementos de la creación y de la cultura humana, confiriéndoles la dignidad de los signos de la gracia, de la creación nueva en Jesucristo.
El simbolismo esponsal es utilizado en la Biblia como una de las imágenes más intensas para exaltar el lazo de intimidad y el pacto de amor que existe entre el Señor y el pueblo elegido. Su belleza, hecha de «salvación», de «justicia» y de «gloria» será tan maravillosa que podrá ser una «corona fúlgida en la mano del Señor» (Is 62,3).

3.2.     El simbolismo Bíblico

            La Biblia apenas usa el término símbolo (Os 4,12; Sab 2,9; 16,6), mientras que recurre con mucha frecuencia -80 veces en el AT, 70 veces en el NT- al término signo (hebr. ôt, gr. Sêmeion) y afines. Pero al margen de los términos, el lenguaje simbólico profundamente connatural a la mentalidad semita, es una de las características básicas de la Sagrada Escritura; por lo demás, la pedagogía de los signos es una constante de la acción del Dios vivo en medio de su pueblo.
            El simbolismo bíblico nace de una concepción religiosa que ve toda la realidad y toda la historia en estrecha conexión con Dios, para la cual todos los seres y todos los acontecimientos pueden llegar a ser signos de la presencia y de la obra de Dios. En el NT se da una estrecha continuidad simbólica con el AT, tanto en el lenguaje como en los ritos, pero sobre todo se centra en Cristo, que cumple toda figura y toda promesa. La novedad de algunos símbolos del NT depende del significado y de la función que llegan a asumir en relación con el misterio de Cristo: la cena, el bautismo, la unción, la imposición de manos, etc.

3.3.     Desarrollo del simbolismo cristiano

El desarrollo del simbolismo cristiano está favorecido no sólo por la vitalidad intrínseca de la comunidad cristiana y el perdurar de la tradición y de la mentalidad bíblica, sino también por los influjos de las diferentes culturas: por el helenismo en los primeros siglos, y, sucesivamente, por la civilización bizantina en Oriente y por el mundo franco-germánico en Occidente.
Prescindiendo de las características del lenguaje teológico cristiano de los primeros siglos, debe subrayarse la precoz multiplicación de los símbolos cristianos, que en una notable proporción son de inspiración bíblica: imágenes, signos gráficos, representaciones, gestos, posturas, objetos y, sobre todo, la progresiva formación del complejo de los signos litúrgicos. Esta tendencia a la expresión simbólica, que será siempre una característica muy acusada en la tradición cristiana oriental, culmina en Occidente, en la alta Edad Media, en la arquitectura y ornamentación de las iglesias.
En la Edad Media tardía se asiste a un profundo cambio de mentalidad: el convencionalismo, el alegorismo, la pérdida del sentido litúrgico, el intelectualismo y el nominalismo dominantes en filosofía y en teología sofocan el gusto por el simbolismo. Pero la renovación que comenzó a efectuarse en Occidente a partir del romanticismo, ha madurado en la Iglesia -en armonía con una nueva sensibilidad general- con el desarrollo de los estudios bíblico-patrísticos y del movimiento litúrgico, así como por el influjo de las ciencias humanas.

4.      LOS SIGNOS LITÚRGICOS SON SÍMBOLOS

A) Naturaleza del signo en general
Signo es aquello gracias a lo cual «aliud videtur et aliud intelligitur» (San Agustín), es decir, una realidad que orienta hacia otra distinta. Tal es el caso, por ejemplo, del humo, que descubre la existencia del fuego.
            En todo signo existe siempre un doble elemento: lo significado y el significante. El primero es más importante en el plano ontológico, pero el segundo lo es en el plano cognoscitivo; ambos, sin embargo, están inseparablemente unidos, pues el signo sólo es posible por la conjunción de ambos.
         Esta inseparabilidad origina las relaciones que existen entre ellos. El significante manifiesta y oculta, a la vez, al significado, tiene una semejanza con él y es más imperfecto; el significado, por su parte, es conocido gracias al significante, pues, estando más próximo a nosotros, nos conduce a él, nos lo revela y nos permite insertarnos en él.

B) Los signos litúrgicos son símbolos
            Los signos son de tres clases: naturales, convencionales y simbólicos. Los primeros están fundados en la misma naturaleza de las cosas (el humo orienta al fuego por el hecho de ser humo); los convencionales dependen exclusivamente de la voluntad humana (la bandera de una nación, la señal de stop); y los simbólicos dependen de la voluntad, pero tienen un fundamento en la realidad de las cosas (el agua del Bautismo purifica por voluntad de Cristo; pero la naturaleza del agua conlleva la idea de purificación).
            Los signos litúrgicos no son naturales ni meramente convencionales: son símbolos. Cristo -y luego la Iglesia- al conferir la naturaleza simbólica a los signos litúrgicos, ha institucionalizado su modo salvífico de obrar mientras vivió en la tierra, pues frecuentemente realizaba los milagros partiendo de signos naturales que hablaban a los presentes: barro, saliva, agua, teca; ha tomado en consideración la naturaleza humana que llega a lo invisible a través de los visible y capta lo suprasensible por medio de los sensible; y ha sido fiel a la dinámica de la Encarnación «gracias al misterio de la Palabra hecha carne…; conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleva al amor de lo invisible»[7]. Pues la Encarnación de la Palabra ha hecho posible la plena revelación y el subsiguiente conocimiento del Dios invisible y trascendente.
            Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo.

4.1.     Signos y símbolos en la vida de las personas

El hecho religioso exige forzosamente el lenguaje simbólico, es la puerta que se abre a la realidad, al verdadero significado. Como ejemplo tomo el lenguaje de los Padres de la Iglesia: Cristo es el Sol, la Luna es la Iglesia, el símbolo del Amor (Cantar de los Cantares).
Hay conceptos muy importantes como los de padre, hijo, familia, pastor, etc., que pueden estar influidos en cada persona por las experiencias que ha tenido en referencia a cada uno de ellos y en una cultura determinada. A modo de ejemplo: para nosotros es fácil decir “Padre nuestro”, pero no para muchos niños de hoy. Igual que el ejemplo del pastor en una catequesis de niños ya no tiene mucho sentido, porque no les dice nada (no es pedagógico) ya que nunca han visto un pastor de ovejas, habría que buscar otro modelo que nos sirva para hacerles comprender el mensaje del Buen Pastor -referido a Jesús- del que nos habla el Evangelio.
Las realidades perceptibles que se interpretan en el culto religioso, expresan unas veces la relación de la comunidad con el Trascendente y viceversa, y en otras ocasiones se crea un contexto que puede ayudar en las dos direcciones.
Se pueden presentar algunas dificultades para realizar correctamente esta relación con el Trascendente:
- El hombre secularizado de hoy encuentra muchas dificultades a la hora de concebir una salvación unida a ritos que privilegian y hacen determinantes unos momentos de su existencia, y no oculta su desagrado ante un simbolismo y un lenguaje unidos a culturas que considera irremisiblemente pasadas.
- Igualmente, critica y tiende a superar formas culturales cosmocéntricas, mientras que va en busca de una experiencia religiosa más antropocéntrica, en la que las relaciones humanas y el compromiso con los problemas del hombre tienen más importancia que los elementos y ritos naturales.
- Si estas instancias exigen un valiente esfuerzo de adaptación de los ritos litúrgicos y una búsqueda más seria de un nuevo lenguaje religioso, ciertamente no pueden llevar a un vaciamiento del cristianismo de una dimensión que responda a las leyes fundamentales de la historia de la salvación, para adecuarlo a una reducción antropológica preconcebida, que ignora las exigencias más profundas del hombre, que hoy más que nunca es necesario salvaguardar y promover.
- El creyente ha de entender bien los signos y los símbolos, que siempre son para iniciados. Ha de saber cómo expresar la vivencia que tiene el creyente de ellos, es decir, comunicar lo mismo con otras palabras sin cambiar el sentido.

4.2.      ¿Existe hoy un empobrecimiento simbólico?

Sí, podemos hablar de un empobrecimiento del símbolo y puede tener diversas procedencias:
- Por parte de los símbolos, muchos símbolos hoy no pueden ser inteligibles; otros son difíciles de entender y, además, de vivir.
- Por falta de formación entre los miembros del sistema religioso, por falta de iniciación religiosa, por desconfianza o estereotipos, por recibir información que desacredite ciertos símbolos.
- Por convertir el símbolo en fin en sí mismo, desvirtuando su razón de ser: el símbolo es un medio al servicio de la relación con lo Trascendente. Esto nos puede hacer pensar en el arte religioso con visión de trascendencia. A lo largo de la historia ha sido difícil la diferenciación entre el arte religioso y el arte sacro. El primero nos muestra obras artísticas donde se muestra el amor y la fe en Dios. Sin embargo en el arte sacro podemos contemplar lo mismo que en el religioso pero que además sirve como culto a lo divino.
Otra cuestión muy importante es ver cómo son tratados en los medios de comunicación los signos y los símbolos religiosos. La secularización es hoy casi total en dichos medios y el desarrollo tecnológico está relacionado con la influencia, cada vez mayor, de los medios de comunicación social.
Pero también estos medios pueden ofrecer una valiosa ayuda al aumento de la comunión, dada su importancia fundamental en el modo de percibir y de conocer la realidad y la persona humana misma. Se hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los pueblos.

5.      EL CAMBIO SOCIOCULTURAL Y EL HECHO RELIGIOSO

5.1.     Las dos variables

Las diversas culturas en que se concreta el colectivo humano, reflejan no sólo modos específicos de adaptación a la naturaleza y de organización de las relaciones sociales, sino también formas diferentes de percibir y definir las realidades, de pensar el mundo, de interpretarlo y de expresarlo. Y, dentro de cada sociedad, los distintos colectivos identificados poseen, asimismo, elementos diferenciadores en cada uno de estos aspectos. Ello hace que sea indispensable para entender -no importa qué ámbito de las sociedades y las conductas humanas-, atender y profundizar en la dimensión simbólica de la vida social, ya que las realidades ideáticas son tan reales como las realidades materiales, existiendo entre ambas un tipo de relación y de aplicaciones no mecánicas.
Hay unas realidades que afectan más directamente al interior de los sistemas religiosos, primeramente externo a los sistemas religiosos, que son conjuntos de creencias que ayudan a explicar parte de los misterios de la vida y la muerte. La mayoría de las personas que siguen alguna fe creen en un Dios o en varios
Si afirmásemos una posición ideológica no sociológica, afirmaríamos solo una dirección. Para el marxismo las condiciones materiales son la variable independiente y el hecho religioso es siempre la variable dependiente. Está en el origen del sistema capitalista, la famosa tesis de Max Weber[8] sobre la “ética protestante y el espíritu del capitalismo” afirmando que la ética calvinista (la riqueza es un don de Dios, hay que tener exigencia, esfuerzo, responsabilidad…). El sistema capitalista encuentra su origen en la ética calvinista, que entiende la riqueza como don de Dios, por lo que hay que tener exigencia, esfuerzo, responsabilidad… En este sentido se puede entender la famosa tesis de Max Weber sobre “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”.

5.2.     Lo que entendemos por cambio sociocultural

            Nos encontramos ante un cambio sociocultural acelerado.
La sociología es una ciencia que trata de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas. La sociología busca comprender las relaciones de los hechos sociales por medio de la historia; mediante el empleo de métodos de investigación, quiere saber donde están los problemas en la sociedad y sus relaciones con los individuos. Compara a la sociedad con la cultura y la política. Es una ciencia reciente que nació en el siglo XIX.
La cultura es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.
El cambio sociocultural es la evolución y difusión de la cultura material -bienes económicos- y de la cultura simbólica, valores en las sociedades. Se trata de las variaciones en las maneras de pensar, de sentir, de valorar y de actuar que se dan en el interior de un sistema sociocultural. Cambios en los grupos y en las instituciones, en las estructuras y en el funcionamiento de los mismos. En forma genérica, el cambio social es la evolución y difusión de la cultura material -bienes económicos- y de la cultura simbólica - valores en las sociedades.
Otros conceptos relacionados con el cambio social son la modernidad, la capacidad de cambio, la innovación, su difusión, y en general en todas las ciencias sociales sobre cuestiones de desarrollo.

5.3.     Indicadores de cambio sociocultural

El cambio social es un término sociológico y se caracteriza por su referencia a una unidad social. Hoy en día la sociedad no es vista como un sistema rígido, sino como un campo blando y multidimensional de relaciones. Ontológicamente, la sociedad, vista como un estado estacionario, no existe y no puede existir; lo que realmente existe son procesos constantes en lugar de entidades estables.

5.4.     Autores

Algunos autores que tienen consecuencias en nuestros sistemas socioculturales, y también bastante importancia para el hecho religioso son los siguientes:
- Cambia la visión de la filosofía: Santo Tomás (1225-1274) y Descartes (1596-1650). La filosofía se separa de la teología. Cuando la filosofía adoptó los métodos propios de las ciencias particulares siguió un falso camino; filosofía y ciencias positivas quedaron colocadas en el mismo nivel, esto significó para la filosofía una pérdida de su autonomía, un descenso jerárquico y su deformación. Al final la filosofía desembocó en una aguda crisis que llegó a su clímax en las últimas décadas del siglo XIX. El servicio que la filosofía presta a la teología no se reduce, pues, al aporte de determinadas nociones y principios, sino que también brinda el núcleo que da vida a las distintas temáticas y articulaciones de un pensamiento.
- Cambia la visión de la tierra y del universo: Copérnico (1473-1543) y Galileo (1564-1642). Ambos científicos fueron increpados por sus ideas y postulados, tanto por teólogos y religiosos como por otros científicos de la época. El método científico que dieron a conocer tuvo repercusiones en las corrientes filosóficas y del pensamiento futuras, como el racionalismo de Descartes.
- Cambia la visión de la persona humana: Darwin (1809-1882) y Freud (1856-1939. Una lectura más detallada de sus ensayos demuestra que Darwin da por hecho la vida, pero nunca explica si es resultado del azar y de la evolución misma, o de un acto creativo. El pensamiento con el que contaba Darwin no está libre de debilidades y problemas que han sido expuestos por muchos investigadores a lo largo del tiempo. Por ejemplo, no llega a explicar la génesis de órganos complejos y especializados y sostiene la posibilidad de heredar caracteres adquiridos. Según Freud, la vida psíquica no tiene su centro emisor en la conciencia del hombre, en su racionalidad, sino que produce un desplazamiento de su estudio hacia el inconsciente para determinar las leyes y mecanismos de su funcionamiento. La vida psíquica, según él, consiste en un conjunto de teorías que tratan de demostrar las pulsiones que motivan el comportamiento y que son ignoradas por el sujeto.
- Cambia la visión de la sociedad: Marx (1818-1883). Cuando Marx habla de “realidad” hace referencia al contexto histórico social y al mundo del hombre. Asegura que el hombre es sus relaciones sociales.
En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alineación empobrece al hombre sociohistórico negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad.
Para Marx lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea sino a partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente, el hombre real, corpóreo, en pie sobre la tierra firme. El hombre no es un ser abstracto, fuera del mundo sino que el hombre es en el mundo, esto es el Estado y la sociedad. La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las determinaciones históricas, pero es, al mismo tiempo, el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y técnicas entran en crisis.

6.      CONCLUSIÓN

Una reflexión no unilateral sobre la situación actual nos lleva a un renovado acto de confianza en el simbolismo religioso: éste se coloca en continuidad vital con la Biblia, hace posible la celebración del misterio y responde a profundas exigencias antropológicas, hoy particularmente sentidas.
A nivel pedagógico, la revalorización de la función simbólica ha llevado a una toma de conciencia de la importancia de una educación para el simbolismo. Tal educación nos parece que se debe configurar: a nivel subjetivo, como perfeccionamiento de la actitud contemplativa y de la percepción simbólica; a nivel objetivo, como iniciación al simbolismo de las realidades naturales (luz, fuego, agua, etc.) y de algunas experiencias relacionadas (de la convivalidad, por ejemplo); a nivel cultural, como inserción gradual en un determinado contexto social; a nivel expresivo, como formación para la expresión simbólica (expresión corporal, pedagogía del gesto y de las posturas, lenguaje simbólico).
Ha sido la Biblia quien ha dado una aportación insustituible a toda educación al simbolismo cristiano, mientras que para la formación litúrgica no habrá ninguna pedagogía sistemática más eficaz que la experiencia de celebraciones vivas y auténticas, en un contexto de fe y participación comunitaria.
La atención no se dirige a los símbolos tomados en sí mismos, más o menos necesitados de manipulación o de sustitución, sino a todo un proceso de simbolización; el significado y la eficacia de una experiencia simbólica dependen de una iniciación, de una fe, de un sentido de identidad y de pertenencia a la Iglesia y a la tradición cristiana, de la vitalidad de nuestras comunidades cristianas y de la autenticidad de sus celebraciones.
El hombre secularizado de hoy encuentra muchas dificultades a la hora de concebir una salvación unida a ritos que privilegian y hacen determinantes unos momentos de su existencia, y no oculta su desagrado ante un simbolismo y un lenguaje unidos a culturas que considera irremisiblemente pasadas. Igualmente critica y tiende a superar formas culturales cosmocéntricas, mientras que va en busca de una experiencia religiosa más antropocéntrica, en la que las relaciones humanas y el compromiso con los problemas del hombre tienen más importancia que los elementos y los ritmos naturales.
Si estas instancias exigen un valiente esfuerzo de adaptación de los ritos litúrgicos y una búsqueda más seria de un nuevo lenguaje religioso, ciertamente no pueden llevar a un vaciamiento del cristianismo de una dimensión que responda a las leyes fundamentales de la historia de la salvación, para adecuarlo a una reducción antropológica preconcebida, que ignora las exigencias más profundas del hombre, que hoy más que nunca es necesario salvaguardar y promover.
Queda abierto el problema de un lenguaje más acorde con la sensibilidad y los problemas del hombre de hoy y de una interpretación de las acciones simbólicas en perspectiva histórica; tarea ardua, pero posible.
Florinda Panizo Viñambres

1. BIBLIOGRAFÍA

J. A. Abad Ibáñez; M. Garrido Bonaño, Iniciación a la liturgia de la Iglesia, Ediciones Palabra, Madrid 1988.
J. Casares, Diccionario ideológico de la lengua española, Real Academia Española.
Jean Lebon, Para vivir la Liturgia, Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra) 1987.
Domenico Sartore, Achille M. Triacca, Nuevo Diccionario de liturgia, Ediciones Paulinas, Madrid 1987.
Sacramentum Mundi, Enciclopedia Teológica, Tomo Sexto, Editorial Herder, Barcelona 1976.

[1] Un icono (del griego εκών, eikon: ‘imagen’) es una imagen, cuadro o representación; es un signo o símbolo que sustituye al objeto mediante su significación, representación o por analogía, como en la semiótica.
[2] El nombre es la designación o denominación verbal (las denominaciones no verbales las estudian la iconología y la iconografía) que se le da a una persona, animal, cosa o concepto tangible o intangible, concreto o abstracto, para distinguirlo de otros. Como signo en general, es estudiado por la semiótica, y como signo en un entorno social, por la semiología.
[3] Del inglés decoding, decodificar: Es el proceso por el cual se convierten símbolos en información entendible por el receptor. Su proceso contrario es la codificación.
[4] La sociolingüística es un campo científico de la lingüística y la sociología se define como el estudio de la influencia de la sociedad en el lenguaje, incluyendo las normas culturales y el contexto en que se mueven los hablantes.
[5] J. CASARES. Diccionario ideológico de la lengua española, Real Academia Española.
[6] Cf. L. -M Chauvet, Du symbolique au symbole. Essai sur les sacrements, Cerf. París 1979, 81-82.
[7] Prefacio I de Navidad.
[8] Maximilian Carl Emil Weber (Érfurt, Alemania, 21 de abril 1864 - Múnich, 14 de junio 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán. Sus trabajos más importantes se relacionan con la sociología de la religión y el gobierno, pero también escribió mucho en el campo de la economía. Su obra más reconocida es el ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que fue el inicio de un trabajo sobre la sociología de la religión.